domingo, 6 de marzo de 2016

MONUMENTOS HISTÓRICOS DE SANTA OLALLA

Son muchos los edificios construidos a lo largo de la historia de Santa Olalla que hoy habrían sido considerados como monumentos pero que el paso del tiempo, las vicisitudes de la historia y el desuso provocaron su desaparición; el recinto amurallado con sus famosas tres torres o puertas, el palacio de los Condes de Orgaz, la iglesia de San Miguel, el convento franciscano de San Juan Bautista, el hospital de San Antón o la ermita de San Roque, son buenos ejemplos de monumentos desaparecidos.
Afortunadamente conservamos otra tanda de lugares, testigos del pasado señorial de Santa Olalla o representantes de una historia más reciente, dignos de ser conservados y conocidos.



- Ermita de San Blas: de principios del siglo XX, posiblemente de 1905 y de estilo popular.













- Ermita de San Sebastián: del siglo XVI pero muy restaurada, la talla del santo es de la casa escultórica del hijo del Greco.

- Ermita de San Cristóbal: capilla moderna de 1983, creada por suscripción popular.
















- Iglesia de San Pedro: construcción primitiva del siglo XI pero muy modificada por los avatares históricos, tallas de valor como la del Cristo del Lucero, Santa Eulalia o la Virgen de la Piedad restaurada por Manuel Benlliure.




















- Iglesia de San Julián: del siglo XVI mandada construir por los condes de Orgaz, decoración barroca del XVII, intervinieron importantes artistas Luis Tristán, Juan Carreño de Miranda, etc.


















- Fuente de la plaza de los Mártires: de 1867, de grito con un diseño muy original.

- Fuente del Higo: fuente de metal que sirvió antaño para proveer de agua las viviendas de todo un barrio del pueblo.













- Plaza de los Reyes de España: restaurada en 1992, inaugurada por Juan Carlos I y doña Sofía. Está decorada con cerámica de Talavera y en ella están los bustos en broce de dos ilustres santaolalleros, Teodoro Sacristán, medico, y Gregorio Sánchez, torero.

- Ayuntamiento: moderno edificio inaugurado el 13 de julio de 1980, por el entonces ministro de la presidencia Rafael Arias Salgado y Montalvo. 

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